Cine y neurociencia: Christopher Nolan

Christopher Nolan, nacido en Londres en 1970, de padre británico y madre estadounidense, se ha ido convirtiendo en los últimos años en uno de los cineastas de personalidad más marcada. Director, productor y guionista, reside en Los Angeles junto a su esposa, la también productora Emma Thomas, con la que suele colaborar.

Su primera película, Following (1998), sobre un escritor con la extraña obsesión de seguir a la gente al azar, fue rodada en fines de semana con muy bajo presupuesto y en ella podía verse ya el original toque narrativo Nolan, ese que iba a quedar fijado solo dos años más tarde con la rompedora Memento.

En la década del 2000, además de realizar otras obras como Insomnia (2002) o The Prestige (2006), Nolan se ha encargado de poner al día la franquicia Batman con gran éxito de público y crítica. Con El Caballero Oscuro (2008) y Batman Begins (2005), iguala, sino supera, las excelentes entregas de Tim Burton de 1989 y 1992.

Pero son sin duda la ya mencionada Memento (2000) y la última, Origen (Inception, 2010), sus obras de concepción y realización más brillante. El interés de estas dos obras radica no solo en su frescura y originalidad, sino en sus puntos de contacto con dos de los temas tratados por la neurociencia: memoria y trastornos asociados (Memento) y los laberintos del sueño REM o paradójico (Inception).

«Memento», o la incapacidad de retener nuevos recuerdos

Memento sorprendió en el 2000 con su audaz planteamiento. Tras el asesinato violento de su esposa y sufrir él mismo un ataque, Leonard Shelby (Guy Pearce) sufrirá de amnesia anterógrada. Este trastorno implica su incapacidad para almacenar nuevos recuerdos. Los nuevos sucesos y vivencias que le van sucediendo se evaporan de su mente al cabo de diez o quince minutos. Nuevas caras, nuevas situaciones o explicaciones, todo desaparece al cabo de esos minutos, y hay que volver a empezar.

Esto no ocurre con la memoria anterior al trauma, lo que le permite conservar sus recuerdos más antiguos, que constituyen la base de su identidad, como en cualquiera de nosotros. El problema es tan solo con el almacenamiento de lo nuevo. Para que no se pierda por completo, Leonard va ayudándose con notas escritas y fotos que va sacando compulsivamente con una Polaroid, a cuyo pie va escribiendo anotaciones. En cuanto a las cosas que considera vitales, y que no debe ignorar bajo ningún concepto, Leonard se las tatúa en el cuerpo.

Es así como va construyendo una realidad muy frágil e incierta. Y con sus precarias herramientas, su cámara y notas, intenta no solo burlar su discapacidad sino lanzarse nada menos que a la venganza por el asesinato de su esposa.

La película está contada hacia atrás en lapsos justamente de diez o quince minutos. Esto hace que el final de la historia coincida con el comienzo de la película. También se le permite al espectador cotejar la realidad que Leonard construye con los hechos reales. Sin duda, al igual que Inception, Memento se disfruta mejor en segundos o terceros visionados.

La realidad es una construcción personal de cada uno, a partir de un filtrado de recuerdos. Qué clase de realidad va forjando Leonard, es una pregunta que el espectador no puede dejar de hacerse. Memento puede dar ideas incluso a los neurocientíficos profesionales.

«Inception»: audaz exploración del mundo de los sueños

En Inception lo que se explora es el mundo del sueño, es decir el sueño REM o paradójico, el del enigmático «teatro nocturno», como lo llamó Dieter E. Zimmer, las conocidas obras oníricas de las que somos autores y espectadores. En un futuro indefinido, una increíble neurotecnología permite a un soñador habitar no solo los sueños propios sino compartir e incorporarse a los de otro, aportándole el invasor al invadido elementos de su propio mundo onírico. Los sueños son de una viveza tal que son indistinguibles de la realidad, al margen de la habitual ausencia de lógica o respeto por las leyes naturales.

Cobb (Leonardo Di Caprio) es un reconocido experto en el mundo del espionaje corporativo. Su función no es otra que la de extraer “secretos” de interés empresarial de la mente de la «víctima» cuando ésta se encuentra dormida, introduciéndose él mismo en el sueño. Pero Cobb guarda un horrible secreto cuyo resultado fue la muerte de su mujer, que sigue habitando vívidamente en su subconsciente, y a veces se “incorpora” con él en sus trabajos, es decir al invadir la mente de terceros.

Ahora a Cobb se le va a encargar lo contrario de lo que suele hacer. No se tratará ya de extraer datos o secretos de las mentes. Ahora se tratará de inocular una idea, que lleve a un cambio de pensamiento deseado en la víctima. Y la victima será Robert Fischer, heredero de una gran imperio, y la idea introducida debe llevarle a liquidar dicho Imperio. Ese es el objetivo de quien ha contratado a Cobb y que no es otro que un rival empresarial de Fischer. Pero las cosas no van a ser tan simples ya que la mente de Fischer ha desarrollado peligrosas autodefensas.

No resulta fácil para el soñador saber en qué nivel de sueño está o si sueña en absoluto. Inception es un laberinto onírico con resonancias borgeanas, en cuyos pasadizos Cobb y sus asistentes se encontrarán con el obcecado espectro de Mallorie (Marion Cotillard) la esposa de Cobb, que puede convertirse en el enemigo más temible.