Pauwels y Bergier: El Retorno de los Brujos (1960)

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Foto ©Serafin G Leon

He pasado unos cuantos dias con la lectura (absorbente) de El Retorno de los Brujos (Le Matin des magiciens, Louis Pauwels- Jacques Bergier, 1960), clásico de lo que los autores en su momento llamaron Realismo fantástico, y pretendido texto fundacional. De ahí, de esa fuente o texto, ha derivado buena parte de la actual literatura centrada en la especulación pseudocientífica: antiquísimas civilizaciones que no dejaron ni rastro y que tal vez nos igualaron, visitantes de la Tierra, fenómenos parapsicológicos, etc.

Como texto «fundacional» que es, la lectura de El Retorno de los Brujos es apasionante. Como texto inaugurador de lo que más tarde iban a ser tópicos. Hacia tiempo que iba detras del libro de Pauwels-Bergier, en concreto desde que encontrara referencias al Retorno de los Brujos en otro texto en el que se hablaba del visionario y charlatán Hörbiger personaje que tantos estragos causara en la cosmovisión de la Alemania de 1933-45. Pero ya hablaré mas adelante de Hörbiger, porque el tipo se las trae.

Lateralidad

La lectura de El Retorno de los Brujos es de esas que te arrebatan, lo cual no quiere decir que no haya que estar ojito avizor hacia sus exageraciones, sus especulaciones sin fundamento y la no poca charlatanería que hay en esas hojas. En el comienzo del libro, el duo Louis Pauwels (1920-1997) y Jacques Bergier (1912-1978) declara que su principal objetivo es que el lector pueda acabar el texto con un par o tres de ideas que le hagan «ver» más allá. Más allá del actual (1960: momento de la publicación) horizonte científico, sobre todo teniendo en cuenta que ese horizonte científico de la segunda mitad del XX ha sido producto de la crisis previa del horizonte del XIX, de un ver más allá, justamente. En cierto modo, El retorno de los Brujos es una sugerente invitación al ejercicio de lo que los psicólogos cognitivos llaman pensamiento lateral, creatividad, intuición. Apartarse en algún momento del pensamiento lineal habitual -imprescindible éste para apuntalar y acrecentar el edificio científico, eso sí- puede permitirnos «vislumbrar» un nuevo paradigma, por si el viejo ya no sirviese.

En mi opinión, el «objetivo» declarado de Pauwels-Bergier al comienzo de su texto -la de generarte unas cuantas ideas interesantes e invitarte a ejercer esa lateralidad- está perfectamente conseguido. 

Caminos alternativos a lo lógico-racional

En esencia, el libro critica el “materialismo” conceptual clásico de la Ciencia contemporánea y, sobre todo, la exclusividad de la via lógico-racional para el abordaje de los problemas. El texto de Pauwels y Bergier reivindica otras “vias” de conocimiento: cierto auxilio del misticismo, y la propuesta de caminos transversales» al habitual (lógico-racional).

Argumenta -y algo de razon no le falta- que una defensa demasiado marcada del paradigma cientifico del momento impide ese ver más alla y acartona la Ciencia. Es lo que le sucedió a la Ciencia del XIX, convirtiéndose en una especie de Escolástica, un acartonamiento que excluía toda posibilidad de salirse del territorio marcado, sufriendo «excomunión» quienes lo hiciesen. Un dato peculiar apuntado por los autores: al siglo XIX le hubiese sido perfectamente posible en un sentido técnico construir el ingenio submarino de Piccard, pero “decidió” -y fue una decisión no tecnocientífica sino socialmente construida- que aquello era “imposible”. Decidió, igualmente, que volar -entre otras cosas- también era imposible. «Decidió» esto y lo otro, y muchas de esas «decisiones» fueron una construcción social, un acuerdo: una especie de temor a perjudicar un paradigma que de todos modos iba a saltar en pedazos en las primeras décadas del XX.

El libro nos habla también de Poincaré, quien tuvo en sus manos la posibilidad de ser Einstein, pero prefirió no serlo o no se atrevió. Optó por ceñirse a la «disciplina» tecnocientífica y social de su XIX.

Me parece claro, tras la lectura de El retorno de los Brujos, que hay que optar por una complementariedad entre los dos tipos de pensamiento: el lineal y el lateral. El lateral contribuye a hacer entrar en crisis los paradigmas, es el que posibilita la visión de más allá (más allá de lo «marcado» en ese momento, se entiende), el que permite salirse del camino lineal habitual que, llegado un punto, tal vez no conduzca ya a ningún sitio. El pensamiento lateral te lleva a un salto en el vacío, salto en ocasiones necesario, pero para hacerte ganar una nueva superficie. No puedes permanecer permanentemente en el vacío. Una vez recuperas pie, has de volver al pensamiento lineal, al lógico-racional habitual, sin el cual no puede haber Ciencia.

Enlazando con Kuhn, podríamos decir que el pensamiento lateral ayuda al cambio de paradigma o incluso es vital para tal cambio, pero que para la importantísima y cotidiana Ciencia normal, el pensamiento líneal y el método científico clásico continuan siendo las herramientas de elección. 

Pérdidas bibliográficas en la historia

Más ideas sugerentes del libro de Pauwels y Bergier: la historia de la humanidad está llena de pérdidas bibiliográficas tremebundas. Incendios, destrucciones, saqueos de bibliotecas. O simplemente infinidad de textos que no han llegado a nuestros dias. Sólo una pequeña parte -según los autores- del saber que la humanidad ha acumulado a lo largo de siglos y milenios desaparecidos ha llegado a nuestros dias. Así, tal vez la Alquimia sea el resto de un saber técnico refinadísimo -que quizá alcanzase cotas comparables al nuestra actual, léase incluso hitos como la fisión del átomo. La Alquimia: un resto de un saber técnico igual o superior al nuestro, insinúan los autores de El retorno de los Brujos, y no un simple misticismo pretécnico de la Ciencia Química moderna.

Capítulo aparte merece el amigo Horbiger, al que ya he aludido al comienzo de esta reseña. Horbiger fue un “intelectual” influyente durante el periodo nazi en Alemania. Según Pauwels y Bergier, uno de los acontecimientos culturalmente más alucinantes de nuestro siglo fue el abandono por parte de Alemania -territorio hasta entonces integradísimo en la modernidad decimonónica- de la Cosmovisión Occidental y su abrazo de un paradigma semimágico y de cosmogonías extrañisimas, divergentes del paradigma del resto de Europa. Y todo ello desarrollado a lo largo de poco más de una década, en los años centrales de un siglo tan incrédulo como el XX, y en un país tan minuciosamente cartesiano como la Alemania prehitleriana.

Hans Hörbiger 

Pues bien, el tal Hörbiger (1860-1931) impulsó una serie de creencias referidas al pasado de la Tierra y del Hombre. Nos cuenta Hörbiger: hubo una Humanidad Secundaria cuyos ecos recogió la Biblia al hablar de “gigantes”. «Había gigantes en la Tierra aquellos dias» -dice el texto bíblico en algún lugar. Una especie precursora nuestra de tamaño gigantesco. Algún dia se encontraran fósiles del hombre secundario, según los seguidores de Horbiger.

No se han encontrado nunca esos fósiles. Por lo tanto, no se ha hallado nunca evidencia empírica alguna de la estrambótica teoria de Hörbiger y de aquellos excéntricos intelectuales de la Alemania hitleriana, tan aficionados a lo oculto.

Cosa curiosa, no obstante: acabo de terminar El Retorno de los Brujos, y voy y me encuentro en la red con una serie de fotos, de las que recojo un par. Esqueletos fósiles de gigantes. Vaya por Dios. Los restos han sido presuntamente hallados en la India. Las imágenes son un clarísimo trucaje, y no demasiado bueno. Manufactura Photoshop, y cutre. Pero me alegra asistir en vivo a un eficaz ejemplo del posible desarrollo -o revival- de una moderna mitología.

Sí, los brujos vuelven. Es que no se han ido nunca.