Consciencia, de Teresa Colom

Consciencia (2019) es ciencia ficción en catalán de la andorrana Teresa Colom, autora de la que hasta ahora no tenía noticia. Se trata de un libro cortito y de una calidad sorprendente. Como thriller tecnológico es un auténtico page-turner. El único “defecto” que quizá le he encontrado es que no me parece demasiado creíble como escenario de anticipación cercana. Me refiero al que podemos considerar su tema principal: la transferencia de mentes humanas desde su soporte físico (cerebro) hacia un entorno informático o digital.

Mente y cerebro son todavía demasiado poco conocidos como para imaginar ninguna tecnología que pueda conseguir, a tan corto plazo (dentro de este mismo XXI en que ya estamos), una transferencia tan alucinante. La complejidad de una red neuronal humana es hoy simplemente inabarcable.

La consciencia es quizás el mayor enigma que existe. Nuestra ciencia no comprende aún su naturaleza y origen, aunque desde luego existen hipótesis solventes como la de Penrose-Hamerroff. No es evidente su utilidad evolutiva, pero es lo que da cualquier significado a la existencia humana. Sin ella, no seríamos más que autómatas (zombies filosóficos) y nuestra presencia en la tierra no tendría mayor sentido existencial que la hierba, al margen de nuestra mayor complejidad biológica.

Por supuesto el tejido nervioso está formado de materia ordinaria: no hay en dicho tejido ningún átomo especial que sólo esté presente en él. Sólo los habituales carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, fosforo, etc. Y hasta el último de esos átomos de la red neuronal será substituido por un átomo distinto (del mismo tipo) al cabo de sólo siete años. Por tanto la mente o la consciencia, sea lo que eso sea, no emanaría tanto del tejido nervioso en sí mismo, como de un determinado orden o configuración de los átomos de ese tejido.

Parece pues razonable que, si somos una especie de código, éste pueda reproducirse en otro soporte o vehículo distinto de nuestra masa encefálica, y sin que éste soporte deba ser necesariamente biológico. ¿Pero se conseguirá esto en el mismo XXI? Parece casi imposible.

Consciencia nos sitúa en el año 2090. La mente de Laura Verns lleva ya 20 años transferida al mundo digital. Su cuerpo, enfermo de cáncer, ya desapareció hace mucho. Ahora, Laura debe afrontar un riesgo inesperado y terrible: su posible borrado del sistema. Que no sería sino su muerte definitiva. A lo largo de la narración existen flashbacks hacia el pasado que nos explican el desarrollo de la tecnología de transferencia; y cómo era Laura cuando todavía tenía un cuerpo y habitaba el mundo físico. En Consciencia existen interesantes reflexiones sobre las emociones, la identidad y la memoria. Las necesidades y renuncias de las mentes traspasadas para poder existir. Y es justamente aquí donde está el corazón de la historia, y la raíz de su misterio.

Soy de la opinión de que la ciencia ficción es el gran género literario del futuro. La ciencia y la tecnología son las grandes fuerzas sociales del milenio, y si a la literatura le queda un gran papel que ejercer es justamente el de examinar su impacto en los asuntos humanos. Y el misterio de la consciencia, así como sus posibles tecnologías futuras asociadas sin duda es, o será, uno de esos grandes asuntos.